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~ Una Apertura al Dharma

Hoy en día los cursos de meditación se pueden dividir entre dos escuelas: las que opinan que los cursos son para “hacer” y las que opinan que son para “no hacer”. La primera enfatiza perseverancia y esfuerzo; la segunda soltar y descansar. Un ejemplo de la primera es el asombroso retiro de tres meses en Sri Lanka, o el curso de 10 días de Vipassana dirigido por Goenkaji. En la segunda categoría, se encuentran el método de enseñanzas de Thich Naht Hahn o con muchas diferencias, los satsangs de la tradición advaita.

Cualquier intento de clasificar los cursos que los enseñantes de “Open Dharma” ofrecen, no tendrá éxito. Jaya, Gemma y Ajay, enseñantes de esta pequeña asociación, consiguen mantener un ámbito de práctica que tiene una agenda muy flexible, pero que a la vez invita y anima a un trabajo interior profundo y serio. En los cursos, se espera de cada participante que encuentre su propio camino y empiece desde donde esté. Los tres enseñantes le encontrarán allí, y desde allí seguirán. El reto de los enseñantes, es la identificación del estado y de las necesidades particulares del practicante, y después despertar en él o ella las herramientas y la fuerza para seguir desde allí. Durante los dos cursos en los cuales participé hace aproximadamente medio año en el sur de la India, los enseñantes tuvieron un éxito impresionante en ello.

Open Dharma sólo tiene seis años, pero ya atrae a un número amplio de personas. Ajay, de origen indio y de unos cincuenta años, Jaya, norte americana que va hacia los cuarenta y Gemma, que viene de España y cumplirá treinta este año, dan una rara combinación de compasión y profunda sabiduría espiritual. Hay algo en su manera de enseñar que permite descubrirse a sí mismo a través de uno mismo.

Jaya creció en el suroeste de los EEUU y llegó a la India en 1987 participando en un programa de estudios religiosos durante sus años en Harvard. Luego, en Bodh Gaya, encontró la meditación por primera vez y enseguida se sintió como en casa. En 1990 viajó a Lucknow, ciudad del norte de la India, dónde estuvo con el maestro Sri Poonjaji (Papaji) hasta su fallecimiento en 1997. “La cosa más importante que resaltó para mí,”- dice Jaya, “es que no me apoye demasiado en su nombre y forma”. “Me enseñó que el corazón de la verdad no era ni él ni yo, sino algo más grande que nosotros”. Durante los años noventa en Lucknow conoció Ajay y su familia, y una fuerte amistad nació entre ellos.


Negociante inmobiliario en el pasado, Ajay es un empleado del gobierno que vive en Lucknow con su mujer e hijos. Además de un diploma de Derecho y Trabajo Social, estudió Sánscrito y Yoga. Empezó su investigación espiritual totalmente sólo. Él y Jaya se convirtieron en buenos amigos y años más tarde empezaron a enseñar juntos. Cuando ya eran una “institución conocida”, Gemma se juntó con ellos y Open Dharma nació.

Gemma, rebosante de energía luminosa y que me recuerda a una figura de animación japonesa, es una de las mujeres más sabias que jamás he conocido. A menudo cuando me senté frente a ella, sentí que sabía algo de mí que yo no sabía. Nació en Barcelona en 1976 y empezó a meditar a los 11 años por su propia cuenta. Aprendió sobre espiritualidad de adolescente, del corazón de una misteriosa mujer que la cogió bajo su ala. Gemma también practicó zen durante 10 años y se pasó 2 años como monja, uno en una comunidad contemplativa en Cataluña y otro en una comunidad de vida activa en República Dominicana.

Como mencioné, sus cursos tienen un carácter único. A pesar de tener bastante experiencia en meditación, no enfatizan tanto esta práctica cuando enseñan. Jaya dice que el principio que les guía es apertura: “Intentamos dejar que los practicantes encuentren su propio ritmo. Por ejemplo, damos mucho tiempo libre, tiempo para descansar. Queremos ver lo que sale de ellos.”

En los retiros se anima a que la gente medite estirada. Jaya dice que en su experiencia, meditar acostado mejora el proceso entero. “La gente tiene mucha resistencia a acostarse para meditar, especialmente si vienen a un curso. Quieren obtener algo de ello y piensan que tienen que trabajar duro, o sea sentarse y concentrarse. La postura sentada es una postura de trabajo hoy en día. Romper este apego al concepto de estar sentado para meditar y animarse a estirarse, es muy interesante y significativo.” Gemma añade: “Mucha gente, si se sienta en meditación, inmediatamente tiene la impresión de ir al trabajo y empieza un tipo de esfuerzo negativo, con presión. En nuestros cursos dejamos que la gente elija, ya que vemos que uno puede participar en un retiro de Vipassana con mucha estructura y al mismo tiempo puede que no vaya a lo profundo. Lo que esperamos es que la gente no venga a obedecer cierta estructura sólo porque está pre-concebida en su mente. Por otra parte, esperamos que no vaya a elegir escaparse y no hacer nada en todo el día. Ofrecemos el espacio y el soporte a partir de los cuales cada uno puede encontrar su camino, y somos conscientes de que esto no es más fácil que ir a un retiro fuertemente estructurado, porque aquí la responsabilidad la tiene cada uno.”

“¿Pero, no puede surgir un problema” -pregunté, “considerando que cuando nos dan la oportunidad de dormir, la solemos tomar?” Jaya no lo cree: “Muchas veces la gente ‘intenta’ demasiado. Hay perfeccionismo, presión y un tipo de seriedad negativa.” Gemma añade que una de las cosas más difíciles para la gente es dejar ir: “La gente se estresa todo el tiempo. Sorprende, pero la gente tiende a querer una práctica rígida y difícil. Es mucho más difícil para ellos recostarse en la playa y confiar en que todo irá bien. Les invitamos a que lleven el corazón y miren lo que ocurre. Es un ‘trabajo duro’ que pide pasión y un gran amor por la vida. Significa decir un gran ‘sí’ a la vida y no huir de nada. No es fácil. El problema es que cada uno de nosotros tiene una idea de lo a que debería parecerse a la meditación, e intentamos combatir todo lo que se aleje de esta idea. Sugerimos: no idea. Todo lo que venga es bienvenido. Y des de este punto, encuentra tu sabiduría interior, tu propio camino.”

Entonces, ¿a alguien que viene a un curso de meditación se le pide que sólo escuche a todo lo que surja? Gemma precisa que es un asunto muy personal: “No pedimos la misma cosa a todos. Cada uno se encuentra en un momento diferente, en un sitio diferente. A cada uno le guiamos de manera diferente.”

Gemma como dije, practicó meditación zen durante diez años. Hoy dice que el zen fue una base para ella, queriendo decir que su experiencia con el zen la llevó hasta cierto punto, pero no pudo llevarla más allá. “No hay nada que podamos copiar de fuera, coger de fuera y que nos lleve todo el camino, porque realmente se nos pide que estemos en una relación íntima con el proceso que atravesamos. Hay técnicas que pueden ayudar mucho. No estoy en contra de los métodos, ya que éstos nos pueden llevar hasta cierto punto desde el cual podemos ver más claramente lo que necesitamos y oír con más claridad nuestra voz interior. Pero a partir este punto, necesitamos dejar que este ver y este oír nos guíen.”

Cierta palabra que es recurrente en las charlas es “corazón.” Se habla mucho de descubrir el corazón, comprobar con el corazón, escuchar el corazón – les pedí que clarifiquen lo que quieren decir con ello. “Lo que queremos decir con ello es que tu seas tu mismo,” -dice Gemma. “Encuentra tu voz propia, la voz que tiene sentido y es adecuada para ti. Es muy fácil ir detrás o incluso seguir a otros, acostumbrarse a ello y quedarse estancado. Si tuviéramos bastante fe, todo nos sería revelado. Desde dentro. Pero no tenemos suficiente paciencia para escuchar esta voz y queremos resultados rápidos, entonces tenemos la tentación de coger caminos que no son buenos para nosotros. No estoy diciendo que algunos enseñantes o amigos no nos puedan ayudar, pero es muy importante escucharnos a nosotros todo el tiempo. Incluso una vez que tenemos una manera de practicar, tenemos que seguir escuchándonos. La búsqueda tiene que ser viva y como tal, es importante la apertura al cambio. Veo a gente que tiene herramientas muy buenas, herramientas que se han vuelto muy afiladas a lo largo de muchos años de práctica, pero que les hacen ir en círculo, porque estas herramientas ya no son útiles para ellos. El reto con que se enfrentan ahora es el dejar ir estas herramientas, aunque fuesen muy buenas y les llevasen adonde están.

Otra pregunta que tenía, era la de saber si la gente para quienes es el primer contacto con meditación podían encontrar esta voz interior en un curso que está concebido de manera tan flexible – ¿no hace falta algún trabajo preliminar para estabilizar la mente? Gemma dice que este es el reto que han aceptado. “Lo increíble” -dice, “es que tenemos buenos resultados. Gente que no tiene experiencia en meditación o trabajo espiritual entiende cosas muy sutiles. Y si las cosas pueden salir de la sabiduría interior de la gente en vez de nuestras palabras, aún mejor.” Jaya: “Básicamente hay gente que requiere de una estructura que les empuje hacia adelante y otros, para quienes precisamente una falta de estructura es lo que les empuja adelante. En nuestros cursos ofrecemos diferentes niveles de estructura, pero siempre queremos dejar que la gente tenga la oportunidad de descubrir por sí misma. En nuestra experiencia, gente “nueva” puede entender cosas muy profundas, cosas que sólo habrían llegado más tarde en una estructura estricta. Por supuesto también es importante ver lo que ocurre a largo plazo, porque lo importante no es sólo lo que ocurre en el curso, sino como evolucionan las cosas después. El punto no es hacer del curso una experiencia positiva, sino dar verdaderas herramientas para crecer.”

El caso de Ajay es interesante: empezó su búsqueda espiritual totalmente por su cuenta. Dice “Todo ocurrió solo. Fue un largo proceso que ocurrió dentro de mí. Intenté encontrar respuestas a preguntas que me estaban molestando y no pensé que nadie de mi entorno me podía ayudar. Cuando estaba en el negocio inmobiliario la única conexión que tenía con lo espiritual era encender incienso cada mañana frente a la estatua de Durga (el aspecto femenino de la divinidad hindú, nota del autor), pero la verdad es que durante la ceremonia solía pensar todo el rato en qué comprar y qué vender, cómo cerrar este negocio o aquél otro. Una mañana en 1986, mientras hacía esto, de repente pensé: ¿cómo puede ser que mis labios estén rezando y mi cabeza calculando dinero al mismo tiempo? Con esta pregunta empezó mi búsqueda, que era a la vez la búsqueda por conocer esta voz que parecía que estaba mirando todo lo que ocurría en mi interior. Como dije, desde este momento escuché mi corazón para saber qué hacer y me entregué a ello. Después de cuatro años y medio supe que entendía. Durante los siguientes seis o siete años intenté explicar lo que había visto a gente de mi alrededor, pero pronto me di cuenta de que no era cosa fácil.”

Pregunté a Ajay lo que tenía que decir del buscador espiritual occidental, siendo él un indio que enseña a occidentales. “Puedo decir que son auténticos. Los occidentales tienen una pasión verdadera por encontrar lo que están buscando. Sí estuviese enseñando a indios lo haría diferentemente, porque con ellos hay muchas cosas que hace falta romper, muchas creencias y tradiciones. Con occidentales el sistema de creencias ya está roto,” -sonríe. “Con ellos puedes empezar desde el principio.”

“Empezamos desde el principio” -dice Jaya, “y el principio es allí dónde las prioridades están claras y hay voluntad. No es el primer nivel de algún sistema. Open Dharma es una atmósfera más que un sistema, y ésta atmósfera es amor.”

Tomer Persico (2004)


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